Qué elementos son esenciales en el cine y el teatro y cómo elegirlos: Novecento
Gracias a CultProject ayer pudimos asistir a la obra de teatro Novecento, en el Teatro Maravillas. No escribimos para hacer publicidad de la obra, la vamos a utilizar como excusa para hablar de la importancia de los distintos elementos que componen una obra, tanto teatral como cinematográfica.
Qué elementos elegir al componer una obra
En el Teatro y en el Cine podemos encontrar infinitos elementos que conforman una obra: Por supuesto los actores, el guión, también la música, la iluminación, maquillaje, vestuario, escenografía,… y un sinfín más. Todos son importantes para dar forma al producto final, pero no siempre todos tienen la misma importancia. ¿En cuantas películas la grandiosa actuación de un actor ha salvado un guión horrible, o viceversa, lo que podía haber sido una gran película/obra se ve arruinada por una actuación paupérrima? Hay ocasiones en que lo importante no es el guión, si no la fotografía, o la música, como en los musicales.
Lo importante es saber qué elementos son los esenciales y cuales son accesorios. El color puede ser el centro de atención e intervenir en la historia, pero también puede distraer la atención de lo que quieres contar.
Novecento y la reducción de elementos en escena
En el caso de Novecento, la elección de lo importante y de lo superfluo está sumamente medida y llevada al límite. Esta obra fue escrita por Alessandro Baricco en 1958 para ser contada en voz alta. Fue llevada al cine por Giuseppe Tornatore en 1998, donde se comprobó que la fuerza radicaba en la historia, no en las imágenes.
Y es que en Novecento nos encontramos sólo dos de estos elementos: actuación y guión. Un actor, Miguel Rellán, que nos cuenta su historia sobre un fondo negro es todo lo que compone esta obra. Se podría incluir vestuario y luces, pero estos apenas intervienen en la obra (Miguel Rellán aparece vestido en un traje algo grande para él, y la luz apenas tiene dos momentos donde varía su intensidad). Ya está, es todo. Y aún así, la hora y media que dura la obra no se hace nada pesada debido a la calidad del actor que cuenta la historia que Alessandro Baricco escribió en su día.
Sí, habla del pianista Novecento, pero ¿de qué serviría la música? A través de su voz, de su descripción podemos imaginarnos melodías mil veces mejores de las que pudiéramos escuchar; porque parafraseando a Rellán «lo que tocaba era música que no existía, sólo en ese momento se podía escuchar y luego desaparecía para siempre». La música hubiera servido para ambientarnos en aquella época y ambiente, pero también habría limitado nuestra capacidad de percibir la belleza de la que hablaba. Podría haber otros actores recreando la escena, pero no sería lo mismo, puesto que estamos ante un hombre que nos cuenta SU historia, la historia que vivió, a quién conoció y qué sintió. Sus imitaciones, sus muletillas, nos describen mejor a los personajes que un actor. Una vez más es el relato contado por Rellán el que crea en nuestra cabeza ese mundo de marineros, de ricos de primera clase y pordioseros de tercera, el bamboleo del mar, los silencios, las miradas,….
Por ello no digo que los actores no sean necesarios, si no que cada obra tiene que pensar qué precisa para formarse, y en esta, de la manera que fue pensada, no necesita más.
Así pues, antes de crear algo,(una obra,un relato, una pieza musical, un cuadro, un vídeo corporativo), pensar en cada elemento y qué aporta al contenido. Hacer por hacer no tiene sentido si al final todo resulta un batiburrillo de elementos desordenados. Muchas veces, menos es más, y ,a perfección está en el punto medio. Después de estas dos frases de libro, os dejo pensando. ¿Qué elementos escogerías para vuestro próximo proyecto?
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El espacio y el tiempo en la narración -
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